CEIP JOSÉ RODRÍGUEZ CRUZ

sábado, 25 de mayo de 2019

SMALL DIARY ABOUT MY STAY IN LUND. DAY8_25_5_2019

6:30 h. Último día de mi experiencia Erasmus en Lund. Ya tengo la maleta casi preparada a expensas de ultimar algunas cosillas. El maletón es de cuidado, mucho me temo que pueda exceder el peso permitido y tenga que ponerme más capas que una cebolla. Ayer me dejó Silvia una báscula y rondaba los 19 kilos; veremos a la hora de facturar. 


Hoy el comedor abre a las 9:00 h. por lo que no puedo desayunar ni despedirme de Stephan. Me dirijo a pie, bolso y maleta en mano, a la estación donde cojo el tren destino Copenhague. Son las 7:15 h, está nublado y hace bastante fresquito. Aunque el hotel está a unos 700 metros de la estación, las calles adoquinadas no facilitan mucho el deslizamiento de las ruedas de la maleta y máxime con este peso. La ciudad comienza a despertar, no me cruzo apenas con nadie y se respira tranquilidad. De camino a la estación, me despido de la catedral como máxima representante de la ciudad, imponente y majestuosa como siempre, hasta una próxima ocasión. 



8:00 h. Cruzo nuevamente el estrecho de Oresund vía tren a través del puente que comunica Dinamarca y Suecia. Por la ventana del tren observo el movimiento de las aspas de los aerogeneradores que se ven a lo lejos y que proporcionan, en el conjunto de todo el país, el 30% de la energía que consume Dinamarca. En menos de 40 minutos estoy en el aeropuerto de Copenhague-Kastrup. Durante el trayecto, dos revisores, uno del lado sueco y otro del lado danés, pasan comprobando los billetes. 

9:00 h. Me dirijo al mostrador de la aerolínea para facturar la maleta. Tengo cierta incertidumbre por saber el peso de mi maleta. Ya de por sí me cuesta una barbaridad subirla a la báscula; me temo lo peor. Efectivamente, supera en tres kilos el peso permitido. Es temprano, no hay nadie en la cola. Abro la maleta, remeto como puedo algunas cosas en la mochila y otras las meto en una bolsa; espero ahora sí la cinta se la lleve. Vuelvo a subir la maleta en la cinta, cruzo los dedos y, para mi sorpresa, la cinta se pone en acción. Uffff, qué alivio! De mañana no pasa que compre una pequeña báscula de viaje. 

Hago tiempo en el aeropuerto, ya con la tranquilidad de haber facturado la maleta, miro escaparates, envío mensajes por whatsapp, observo a la gente y espero sentado en un banco que me asignen puerta de embarque. 10:30h. La pantalla anuncia la puerta F7 para el vuelo con destino Sevilla. Paso control de seguridad sin problemas y me dirijo a la puerta de embarque paseando tranquilamente. 11:15h. Abren la puerta, los que no tenemos prioridad de embarque entramos los últimos. En el avión puedo ver a varias personas con la camiseta del Valencia; entiendo que se dirigen a Sevilla para ver la final de la Copa del Rey de su equipo frente al Barcelona. 

En el avión intento dormir un poco pero no lo consigo. Los azafatos de Ryanair no paran de anunciar por megafonía que van a pasar vendiendo refrescos, lotería, perfumes, bocadillos, etc… Saco la tablet, me pongo los auriculares y comienzo a ver una película que no termino de lo mala que era. Cambio de estrategia, cierro los ojos e intento relajarme; se me está haciendo el viaje un poco pesado, ya no sé cómo ponerme. Con la pérdida de altura se me revuelve un poco el estómago, menos mal que estamos llegando. Aterrizamos en Sevilla con 30 minutos de antelación sobre la hora prevista. Llamo a la empresa del párking para advertirles de este hecho a fin de que me tengan el coche preparado en la puerta. Salgo a la calle, meto mis cosas en el coche y emprendo viaje rumbo a casa. 15:30 h. 

17:00 h. Llegada a Villafranca. En casa, la familia me recibe con confetis, abrazos, besos y mucha alegría. Ya había ganas de verles y de estar en casa. Los chicos me cuentan qué tal les ha ido la prueba de hoy mientras abren algunos de los regalitos que les he traído. Deshago la maleta y me siento a escribir esta última entrada de mi pequeño diario en Lund. 

Toca ahora hacer balance maduro y sereno de lo experimentado y grabar a fuego en mi memoria los aprendizajes y amigos realizados; todo ello formará parte para siempre de mi experiencia vital y, sin duda alguna, me ayudará a ser mejor profesor y mejor persona. Por mi parte, tras una semana intensa de gran responsabilidad, me siento un poco vacío, pero también muy contento, orgulloso y satisfecho del trabajo realizado porque todo ha salido perfecto, gracias a Dios. 

Finalizo aquí la redacción de este pequeño diario no sin antes mostrar mi agradecimiento a todos lo que han hecho posible que haya tenido la oportunidad de vivir esta fantástica experiencia en Suecia. Gracias a Silvia, por la excelente organización del programa, por su amabilidad y generosidad sincera, por abrirme las puertas de su casa y por su profesionalidad. Me decía Silvia que los inmigrantes en Suecia tienen siempre que demostrar más que los nacionales; tú no tienes que demostrar nada. Gracias a Esther, Erika y Verónica, profesoras del departamento de español en el Instituto de Lenguas Maternas por permitirme enseñar a vuestros alumnos y por vuestra amabilidad y cercanía. Gracias a mis compañeros del Grupo de Trabajo Erasmus en el cole por trabajar de forma entusiasta en la internacionalización de nuestro centro. Gracias a todos los compañeros de mi Colegio que han sustituido mi ausencia esta semana y disculpas a mis alumnos por haberles privado de la "mejor clase de la escuela"; ellos saben bien porqué lo digo. Gracias a alumnos, amigos, compañeros y familiares por vuestras muestras de cariño y por vuestros comentarios en el blog. Y por último, gracias a mi familia, sin su apoyo, ayuda y comprensión, nada de esto hubiera sido posible.


No sé cuándo volveré a abrir un nuevo capítulo de este "pequeño" diario, pero si de algo estoy convencido es que no será el último. 

Un placer compartir este diario con todos vosotros y haceros partícipes de mis experiencias, temores y alegrías. Mil gracias por seguirme tan de cerca. No olvides dejar tu comentario en el blog! 

Erasmus en estado puro. 

Un fuerte abrazo. 

Diego

viernes, 24 de mayo de 2019

SMALL DIARY ABOUT MY STAY IN LUND. DAY7_24_5_2019

6:30 h, suena el despertador. Último día en Lund. Día soleado de momento. Parece que la ciudad quiere despedirse de mí de forma radiante. Desayuno rápido; hoy sin charla con Stephan, tengo que coger el autobús a las 7:15 para encontrarme con Silvia. En el autobús, el datáfono parece no responder a mi tarjeta, por lo que el conductor me indica que me tome asiento sin problema, que no pasa nada. Llevo conmigo una bolsa de Ikea con tres balones que me han estado acompañando durante toda mi estancia aquí por todos los colegios que he visitado. Al bajarme del autobús le pido al conductor que se cobre el billete, cosa a la que no accede; se lo agradezco y le deseo un buen día.


Me encuentro con Silvia y nos dirigimos en su coche hasta una escuela cercana a donde ella vive. En el trayecto vuelve a decirme que le encanta leer mi blog y los comentarios que deja la gente, pues le permite mirar la experiencia desde otra perspectiva y con otros ojos. Me pregunta cómo hago para que tenga tanta repercusión. Le contesto diciendo que no hay ningún misterio, que el único secreto es el trabajo y la ilusión por trabajar en proyectos Erasmus. 

Hoy tenemos varias citas en el programa. La primera, en la escuela Backaskolan, donde Silvia da clases de lengua materna a un grupo de 9 alumnos de distintos niveles. 8:00 h. Los alumnos van llegando de la mano de sus papás. Silvia me presenta a Guillermo, español de San Sebastián afincado en Suecia desde hace 13 años. Mantenemos una corta conversación que deriva en la controversia que, a su juicio, vive el país en relación a la conciencia medioambiental. Guillermo entiende que los suecos son muy respetuosos con el medio ambiente, pero que por otro lado su economía de consumo no encaja con esa visión, lo cual entiende no deja de ser una paradoja. 










Nos reunimos en una sala con los chicos donde nos presentamos, establecemos normas y salimos al patio. En el patio de recreo, delimitamos un espacio junto a una pequeña cancha de baloncesto para trabajar y nos ponemos manos a la obra. Hace fresquito, pero al menos está soleado. Aunque es temprano, parecen chicos listos y despiertos que comprenden perfectamente las instrucciones y reglas de los juegos. Ya desde el calentamiento les veo muy motivados y entusiasmados, nada que ver con la actitud de algunos en la clase del otro día. Intento cambiar rápido de actividad para que la motivación no decaiga. Percibo su expectación cada vez que les explico una nueva actividad, lo que quiere decir que están enganchados. 9:00h. La clase llega a su fin, noto que se quedan con ganas de más, pero al menos se van, pienso, con muy buen sabor de boca. Terminamos como siempre con un fuerte aplauso por el trabajo bien hecho y nuestro grito de guerra. Me chocan la mano y se despiden de mí con agradecimiento. Mis sensaciones hoy sí, son muy positivas, pues todo ha salido según los previsto y hemos logrado nuestro propósito, utilizar el juego como vehículo de expresión en lengua materna. Silvia también se despide de ellos hasta el próximo curso, es la última clase que tienen de lengua materna este curso escolar.




9:15 h. En la misma escuela Backaskolan, asisto como observador a la sesión final de un proyecto de integración que llevan a cabo los profesores de lengua materna en colaboración con los profesores de la escuela. Se trata de un proyecto experimental que ha dado muy buenos resultados y que podría tener continuidad el curso próximo, según me cuenta Silvia, si bien ella no es muy optimista. El alumnado inmigrante en las escuelas suecas es bastante elevado y este proyecto trata de integrar a ese tipo de alumnado en los centros y en la sociedad a través del trabajo de una serie de bloque de contenidos que muestren la infancia de una forma global. Durante la sesión, el grupo de 20 alumnos de distintos niveles y origen, dan respuesta en una cuartilla a un quizz test. Posteriormente, mientras se comen un polo, la profesora sueca completa un formulario de autoevaluación con las aportaciones a modo de feed-back de los alumnos sobre todo el proyecto. Acto seguido, tiene lugar en un auditorio situado en el patio de recreo, un pequeño acto en el que se dan cita autoridades educativas locales y todos los profesores y alumnos del centro para celebrar que la biblioteca del centro ha sido galardonada con un importante premio a nivel nacional y la finalización del proyecto de integración. Los chicos cantan a coro el que creo es el himno del colegio y posteriormente hablan autoridades, terminando con la entrega de un libro a los alumnos. 








Tiempo de “fika”, es decir, tiempo para tomar un café, un dulce y compartir charla. Todos los profesores se dan cita en la sala de profesores; un espacio acogedor, luminoso y agradable, dotado de sofás, una mesa de reunión y una cocina completa, pensado para relajarse, charlar y reponer energía. Los suecos consideran este tiempo de “fika” como el secreto de la productividad laboral del país. En la cocina, van pasando los profesores y se van sirviendo un café y un trozo de tarta. En la fila, junto a la directora del Instituto de Lenguas Maternas, tengo ocasión de conocer y charlar con un profesor que lleva puesta una camiseta en la que se lee “Sevilla”. Me cuenta que estuvo en Sevilla, Córdoba y Granada hace poco tiempo y que le encanta España e Italia. Más tarde supe que ese señor era un alto representante de la autoridad educativa local.

12:00 h. Silvia tiene una reunión en su centro de trabajo, cosa que aprovecha para imprimirme la tarjeta de embarque y el certificado de asistencia. Yo vuelvo al hotel y aprovecho para realizar unas compras de última hora. Mi hotel, está muy céntrico y a pocos minutos a pie de la zona comercial. 

13:30 h. Silvia me recoge en el hotel para dirigirnos a la escuela Delfinskola, segunda cita lectiva de la jornada donde podré dar clase a un grupo de 20 alumnos de 2º y 3º grado. Me recibe Rafael, nicaragüense muy moreno y simpático de nacionalidad sueca afincado en Suecia desde hace 22 años, quien me presenta a sus compañeros Óscar y Linda. De camino al gimnasio, situado en otro módulo de la escuela, me cuenta sobre la situación de inestabilidad de su país y de toda América Latina. Se trata de una escuela que atiende a un porcentaje elevado de alumnado inmigrante; en el grupo, la cabellera rubia y tez clara están en clara minoría. Observo que hay un grupo de chicos algo inquietos que presentan un comportamiento un tanto disruptivo, lo que me hace temer lo peor. Los tres profesores se integran en la sesión y participan de principio a fin; Linda hace las veces de traductora al sueco de mis instrucciones en Inglés. Como es costumbre aquí, trabajamos descalzos o en calcetines. Nos reunimos en corro, me presento, establecemos normas y nos ponemos a jugar. Percibo que las actividades de calentamiento les gustan y que el grupito de los “guerrilleros”, aunque un poco brutos, se van enganchando a la sesión. Es fundamental tenerlos motivados y que no abandonen si quiero que la sesión sea un éxito. Noto que por op general, les cuesta seguir el ritmo de actividad de la clase, creo que no están acostumbrados a este tipo de trabajo; aún así veo que les gustan los juegos y percibo en sus caras expectación por conocer el siguiente juego. Nuevamente el juego de cuerdas por parejas, vuelve a ser un éxito y logra arrancar los saltos y gritos de los alumnos por ver quién conseguirá el punto. Tras un juego de vuelta a la calma ponemos fin a la sesión con un fuerte aplauso por el buen trabajo realizado. Me despido de los chicos con un choque de manos como señal de agradecimiento por el buen rato que me han hecho pasar. Una muy buena sesión de trabajo que pone el broche final a mis actividades lectivas aquí en Lund y que cierra toda una semana de experiencias fantásticas.

Silvia me ha invitado a cenar a su casa, vive a poco más de 500 metros a pie del colegio, son las 17:00 h. Sigo las indicaciones de Rafael y llego a casa de Silvia caminando por caminos estrechos asfaltados entre grandes espacios de zonas verdes por los que es difícil encontrase con alguien a estas horas. El tiempo ha empeorado y comienza a lloviznar. En casa de Silvia, esperamos a Daniel, su marido, mientras charlamos tomando un refresco en la cocina. La conversación sirve para hablar de Erasmus, como no puede ser de otro modo, de los prejuicios de determinadas culturas, y para hacer balance de mi estancia en Lund. Durante la cena no falta conversación bien animada, Daniel es un conversador irónico y simpático con mucho criterio que conoce bien las relaciones internacionales y al que me gusta escuchar. Las diferencias entre la sociedad, la cultura y el carácter sueco y latino, y las dificultades que tuvieron que sortear al llegar a Suecia, son algunos de los temas que abordamos, mientras degustamos el rico plato de pasta que ha cocinado Daniel. Son las 19:30 h. Me despido de ambos, agradeciéndoles de corazón su amabilidad y generosidad por el trato recibido y por abrirme las puertas de su casa. En Villafranca de los Barros tenéis vuestra casa. Nos vemos en España. Gracias por todo!

De vuelta al hotel, abro mi diario y me siento a escribir este penúltimo capítulo de mi aventura en Lund. Mañana cojo la maleta, como dice la canción, y vuelvo a España. Ya hay ganas de ver a la familia, amigos y compañeros. No olvides dejar tu comentario en el blog.

Espero todo bien por el cole. Muchas gracias Víctor por poner la música hoy en el Sport&Sound.

Erasmus en estado puro.

Un abrazo. 

Diego



jueves, 23 de mayo de 2019

SMALL DIARY ABOUT MY STAY IN LUND. DAY6_23_5_2019

7:00 h. Ya en pie, esto avanza casi sin darme cuenta. Entramos en la recta final; hoy sí, soleado. Bajo a desayunar y charlo con Stephan, a quien le hago entrega de unos folletos turísticos de nuestro pueblo y región, en agradecimiento a su amabilidad durante estos días; hoy lleva una camisa más discreta. Me dice que tiene una casa en Madrid y que en una ocasión hizo noche en Zafra. Durante el desayuno, leo la prensa española y contesto a los numerosos comentarios de alumnos, padres, amigos y compañeros en el blog. Es un placer compartir mi experiencia diaria con todos ellos y sentirles tan cerca aún estando tan lejos. Muchas gracias!!!





La actividad de hoy en el programa marca dos citas. La primera, de observación en el Instituto Killebackskolan junto al profesor de Educación Física Paul Viktor, y la segunda en el Instituto Katedralskolan con los alumnos de Silvia.



8:30 h. Cojo el autobús 166 para dirigirme a Sodra Sandby, pequeño pueblo situado a unos 15 kilómetros de Lund. Por el camino, observo el paisaje, los campos de cultivo y las casas. Hago fotos y charlo con el conductor quien me pregunta si soy español para sacar el tema recurrente del fútbol. En todos lo países que he visitado decir España es sinónimo de fútbol. Me dice que su equipo favorito es el Manchester United. Me sigue sorprendiendo que todas las personas a las que he tenido ocasión de dirigirme en algún momento para pedir ayuda o alguna indicación, ya fuera un reponedor de un supermecado, un conductor de autobús, el dependiente de una tienda o un camarero, a priori ocupando puestos menos cualificados, me han hablado en Inglés sin ningún problema y hemos podido comunicarnos. Me bajo del autobús y me dirijo al Instituto Killebackskolan, a apenas 500 metros de la parada.









En el instituto me espera Paul Viktor, quien sale de su despacho a recibirme y me saluda afectuosamente. Nos dirigimos a la piscina al aire libre, situada en un polideportivo situado justo al lado del instituto, donde tiene clase de natación y salvamento con el mismo grupo de 1º de ESO al que tuve ocasión de dar clase el otro día. Mientras llegan los alumnos, charlamos un rato, nos hacemos unas fotos y nos hacemos amigos en Facebook. Aunque el agua no está muy fría, se nubla por momentos y corre un aire bastante frío; me temo que hoy los chicos van a pasar muuuucho frío. Observo y ayudo a Paul en las tareas que me encomienda, mientras los chicos hacen 200 metros de natación (6 series a braza y 2 de espalda). Tras las series, realizan ejercicios de salvamento por parejas, teniendo que arrastrar a un compañero dentro de un flotador en un tiempo de 2’10”. Tanto en las series de natación como en los ejercicios de salvamento observo como Paul toma nota en una hoja de control de los chicos que realizan las actividades propuestas y en el tiempo señalado. Veo a muchos que no pueden articular palabra de la tiritona que tienen. Compruebo que los alumnos hacen caso a las indicaciones de Paul y que le tienen en estima; una lástima, el curso próximo enseñará en otro instituto en Lomma.





Finalizada la sesión, mientras los chicos se quedan en la ducha, nos dirigimos a su despacho, donde me hace entrega de una “cesta” de productos típicos suecos junto a una camiseta del equipo de fútbol Malmo FF. Todo un detalle por su parte que, como no puede ser de otro modo, le agradezco mucho. Tras esto, Paul me invita a almorzar, son las 11:00 h. Nos dirigimos al comedor donde profesores y alumnos reponen energías en un almuerzo tipo buffet gratuito para profesores y alumnos; hoy toca spaghettis a la boloñesa y calabacín con queso parmesano. Mientras comemos, Paul me habla de Marina, la profesora de español del Instituto, y le pido que por favor me la presente. Tras algunas vueltas por el Instituto buscando a Marina, por fin, damos con ella. Siempre es grato encontrase con gente de tu país cuando estás fuera, pero si encima es de Extremadura, no veas. Nada más presentarnos Paul, por el acento ya supe que Marina era extremeña; ese acento cacereño es inconfundible. Tuvimos poco tiempo para charlar, pues se encontraba en clase, pero aún así la corta charla dio para comentarle los motivos de mi estancia en Lund, saber que conoce a las profesoras de lengua materna, pues su hijo asiste a clases de español, y que están inmersos también en proyectos Erasmus. Nos despedimos intercambiando el contacto y hablando de la posibilidad de colaborar en un futuro proyecto Erasmus. ¡Qué casualidad! ¡Y qué alegría! Conocer de repente a una paisana en Suecia. Extremeños por el mundo.


De vuelta al despacho de Paul, se detiene a coger un café en la sala de profesores, lo cual aprovecho para tomar algunas fotos de su bonita y acogedora sala de profesores. Eso es una sala de profesores, no la nuestra. Mari Ángeles, algo tendremos que hacer!








Me despido de Paul con un abrazo, su cercanía y amabilidad me han hecho sentir muy agusto en su compañía durante las pocas horas que hemos pasado juntos. Uno nota cuando hay feeling. Muchas gracias Paul por permitirme dar clase a tus alumnos y por tu generosidad. See you in Spain and good luck in your new High School!

De camino al hotel, en el autobús, recibo la tarjeta de embarque del vuelo de regreso; inequívoca señal de que la aventura está dando a su fin. 

16:00 h. Clase con Silvia en el Instituto Katedralskolan. El curso escolar en Suecia está en su recta final, a penas le quedan 15 días, por lo que hoy Silvia tiene una fiesta de fin de curso con sus alumnos en el que cada uno llevará algo de su país para comer y compartir con los compañeros; una buena forma también de provocar la comunicación. El grupo de alumnos está formado por 12 alumnos de bachillerato con raíces chilenas, salvadoreñas, argentinas, cubanas, españolas, uruguayas y peruanas; todos ellos asisten a clase de lengua materna una vez a la semana y hablan bastante bien el castellano. La primera mitad de la clase, Silvia aprovecha mi presencia para que entable conversación con el grupo y propicie su comunicación, a la par que les comenta de uno en uno en una aula anexa cuestiones relativas a su evaluación. La segunda mitad de la clase, la dedicamos a degustar las creaciones culinarias elaboradas por los alumnos, todas ellas con un sabor latino. Yo también aporto a la mesa una bandejita de embutidos con lomo, chorizo, queso y salchichón. Durante la merienda-cena, Silvia aprovecha para hacer un poco de balance del curso, pues hoy es la última clase, y les pregunta en un ambiente relajado, qué actividades más le han gustado de las clases y qué cosas se pueden mejorar. 18:30 h. Termina la clase, recogemos la mesa y Silvia se despide cariñosamente de los alumnos hasta el curso próximo. Nos hacemos una foto de grupo.




19:30 h. De vuelta al hotel, abro mi diario y me siento a escribir la entrada del día en mi blog. No quiero que se me haga tarde que tengo que preparar la maleta. El sábado temprano cojo el tren rumbo a Copenhague desde donde sale mi vuelo a las 11:45 h. Entramos en la recta final, mañana última día en Lund. No olvides dejar tu comentario en el blog!

Espero todo bien por el cole.

Un abrazo. Nos vemos muy pronto.

Erasmus en estado puro.

Diego



miércoles, 22 de mayo de 2019

SMALL DIARY ABOUT MY STAY IN LUND. DAY5_22_5_2019

Me decía Silvia el otro día que los suecos están constantemente pendientes del clima, y yo parezco haber adoptado esa costumbre, pues al acostarme miro en internet la previsión meteorológica y al levantarme lo primero que hago es mirar por la ventana el tiempo que hace. Hoy amanece soleado, si bien se espera se torne en nublado e incluso que pueda llover y que no se superen los 15º.

Bajo a desayunar. Mientras desayuno, entablo conversación con Stephan, dueño del hotel al que, por lo que veo, no le gustan mucho las camisas discretas; hoy lleva una blanca de grandes lunares azules y ayer llevaba otra bastante colorida; parece un tipo pintoresco. Durante la conversación me habla que tiene buenos recuerdos de su etapa en España y de las grandes diferencias entre norte y sur que observó durante los cinco años que estuvo viviendo en nuestro país. Me invita a un dulce de canela típico sueco y a probar unas huevas de pescado que, aunque muy saladas, tenían un sabor muy intenso y especial que nunca antes había probado. Mañana, si tengo ocasión, le daré a probar de mi bandejita de embutidos para que recuerde esos sabores y olores.



El programa marca hoy varias citas. La primera, reunión con el equipo de español en el Instituto de Lenguas Maternas de Lund y posteriormente varias clases con Silvia y Esther en las que tendré ocasión de enseñar a sus alumnos juegos populares españoles, tal y como me han pedido.

9:15 h. Espero a Silvia en la Estación Central de autobuses de Lund y nos dirigimos andando al Instituto de Lenguas Maternas, centro ubicado en un edificio del Ayuntamiento que cuenta con 108 profesores, la mayoría mujeres por lo que he podido comprobar, y en el que se imparten 50 idiomas. Toda una torre de Babel y un crisol de culturas. Todos los miércoles se reúnen por departamentos para coordinar actuaciones. Llegamos; se encuentran en el tiempo de la “fika”, pausa para el café, tomar un dulce y charlar un rato con los compañeros de trabajo; tiempo sagrado para los suecos, según me dice Silvia. Me ofrecen tomar algo, lo cual declino amablemente, he desayunado fuerte hace poco más de media hora. Silvia me presenta a su compañera de departamento Esther, burgalesa que lleva ya 22 años en Suecia, muy agradable y amable, a la profesora de portugués, Leticia, también muy simpática, y a la directora del Centro, con la que tengo ocasión de intercambiar algunas palabras. Posteriormente se incorporan las otras dos profesoras del departamento, Erika, ecuatoriana, y Verónica, española canaria.


Terminado el tiempo de la “fika” cruzamos un largo pasillo enmoquetado con oficinas acristaladas a ambos lados en un silencio sepulcral (no está permitido hablar en esa zona), para dirigirnos a una espaciosa sala de reuniones. Antes de nada, les hago entrega de un pequeño detalle traído desde Villafranca junto a varios folletos turísticos de nuestra ciudad y una revista de Turismo Extremadura. Ellas también me hacen entrega de un detalle, cosa que les agradezco. Durante la reunión dirigida por Silvia, analizan la problemática que tienen en sus respectivos centros e intentan esbozar la planificación del curso próximo. Del mismo modo, abordan la dificultad de atender a los alumnos que presentan determinadas discapacidades y la necesidad de aunar criterios respecto a la evaluación. Esther pone en evidencia lo complejo de su tarea docente dada la itinerancia de su servicio, el agrupamiento de los alumnos de distintos niveles y colegios, y el distinto grado de competencia lingüística que puede presentar un mismo alumno en las diferentes habilidades.


En Suecia sólo se entregan calificaciones a partir de 6º grado a través de boletines electrónico, y una de las calificaciones es la de la asignatura de lengua materna. Dos horas de reunión muy provechosa que me permite conocer de primera mano la organización del servicio que prestan, sus problemáticas y necesidades. Gracias por permitirme participar en la reunión.

Tras una pausa para la comida, nos dirijimos nuevamente a la estación de autobuses para ir a la escuela Ladugardsmarken, donde tengo ocasión de dar clase de Educación Física a dos chicas que cursan lengua materna en español con Silvia y a toda su clase de tercer grado; un grupo numerosos de unos 25 alumnos. Me sorprende que se quiten los zapatos e incluso los calcetines para hacer Educación Física, muchos de ellos van descalzos; no creo que sea lo más conveniente por motivos de seguridad. Yo también me descalzo como marca la norma, pero lo cierto es que siento frío en los pies. Daremos la clase en una sala de usos múltiples. Agrupo a los alumnos en círculo, me presento, establecemos reglas y nos ponemos en faena. Una de las alumnas de Silvia, la cual habla y entiende perfectamente el español, hace las veces de traductora cuando es necesario; la mayoría de la veces me dirijo a ellos en Inglés. Ya desde el calentamiento observo falta de concentración en algunos de ellos y escaso interés y motivación, lo cual perjudica el desarrollo normal de la clase. Algunos de ellos abandonan la clase cuando les parece sin causa justificada y otros dicen ir al servicio y no vuelven. Al final el grupo se ve reducido a poco más de 15, pero lo curioso es que los profesores suecos que estaban presentes no decían nada; algo asombroso. Tal y como posteriormente tuve ocasión de comentar con Silvia, entiendo que el simple hecho de saber que un profesor de otro país viene a tu centro a enseñarte unos juegos, debería generarles una expectativa y una mínima motivación. Me esfuerzo por activar, motivar y enganchar en la actividad al ya de por sí grupo de reducido y por hacer que, al menos, se lleven un buen sabor de boca tras una sesión compleja con un ritmo de trabajo al que no están acostumbrados. Aún así, percibo en ellos una actitud fría y de escaso entusiasmo que, según Silvia, obedece a aspectos culturales.

En lo personal, aún contrariado porque las cosas no han salido como yo esperaba, me llevo una impresión bastante mejorable de un sistema educativo laxo y permisivo con los alumnos que, como me dice Silvia, ha bajado enormemente sus resultados en el Informe Pisa. Tras la sesión, me reúno con Silvia en la sala de profesores del centro para concretar detalles sobre el certificado e intercambiar impresiones sobre la clase; una sala que bien parece la sala de estar de cualquier casa.




Le comento a Silvia que mis sensaciones de hoy y de los últimos días respecto al sistema educativo sueco, en lo poco que he podido contrastar, no se corresponden con la imagen que tenía de Suecia y con la imagen que vende al mundo de un país avanzado, innovador, vanguardista y verde. Me da la impresión que bajo el diseño, la imagen y la tecnología se envuelve un sistema educativo demasiado permisivo en aspectos fundamentales, en mi humilde entender, como el esfuerzo, la concentración y el respeto; lo cual no quita que puedan destacar en otros. Me dice Silvia que todos los profesores que han tenido realizando acciones de observación se han llevado la misma impresión.

15:30 h. Dejamos la escuela Ladugardsmarken y nos vamos a la escuela Gunnesboskolan, a las afueras de Lund, donde tengo clase con los alumnos de Esther, la burgalesa afincada en Suecia de la que antes os hablé, con un grupo de tan solo 4 niños. Tras las presentaciones en el aula y un rato de conversación, en el que puedo comprobar el nivel dispar de los alumnos en la lengua de Cervantes, salimos al patio de recreo. Delimitamos espacio, establecemos normas y nos ponemos a jugar, pasando un rato muy agradable en el que los chicos se muestran activos, motivados e integrados en los juegos. Objetivo conseguido, hemos trabajado la comunicación en español a través de los juegos, y encima hemos pasado un buen rato. 

Finalizada la sesión, Esther se empeña en llevarme a Lund en su Volvo. Todo buen sueco que se precie tiene que tener la triple "v" (iniciales en sueco); una casa, un perro y un volvo, por lo que Esther ya es más sueca que española. De camino, me cuenta los motivos que le llevaron a Suecia y hablamos sobre los hijos en una conversación muy agradable. 

Ya en Lund, de vuelta al hotel, hago unas compras y me siento a escribir en mi diario la entrada de este miércoles 22 de mayo; día intenso en el trabajo y agridulce en las sensaciones.

No olvides dejar tu comentario en el blog.

Espero todo bien por el cole.

Erasmus en estado puro.

Diego