Volvemos a despertar temprano gracias a que la luz solar entra por la ventana de la habitación muy temprano. Desayunamos y conocimos al grupo de intercambio Erasmus que han venido de Francia al mismo centro que nosotras y traen a su alumnado de intercambio de 14 y 15 años de edad. Eran encantadores. Nos dispusimos a salir a conocer Wolbrom. Hoy nos tomamos el día más tranquilamente ya que tenemos que descansar y recuperar fuerzas para la semana tan movida que nos espera. Estuvimos investigando mientras paseábamos el porqué el dragón está tan presente en la cultura polaca y, encontramos una curiosa leyenda, entre varias existentes, que os relataremos a continuación:
Érase hace mucho tiempo un dragón que vivía en la colina Wawel y aterrorizaba a los habitantes del país de Krak. Los pobres cracovianos tenían que darle ofrendas de ganado. Muchos caballeros intentaban vencer al dragón, pero al final lo consiguió el modesto caballero Skuba. El chico colocó una oveja llena de azufre en la entrada de la gruta del dragón. Cuando el monstruo sintió hambre, se comió la oveja y de este modo cayó en la trampa preparada por Skuba: el azufre le provocó a la bestia un gran dolor en la garganta y fue quemando sus entrañas. A fin de apagar su sed atroz, el dragón se puso a beber agua del Vístula. Bebió tanto que, al final... ¡explotó! Entonces, comenzó la alegría en el país y el héroe obtuvo del rey un premio muy generoso. A los pies de la colina, junto a la entrada a la Cueva del Dragón, se colocó una escultura del monstruo que conmemora aquella magnífica victoria.
En una plaza por la que pasamos se encontraba el monumento dedicado a Jan Kiliński que fue uno de los coroneles del levantamiento de Kosciuszko contra el dominio ruso en Polonia.
Muy cerca estaba la iglesia de Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir en Wolbrom, de estilo barroco. Nos llamó la atención y decidimos entrar aunque estaban celebrando misa. Era curioso que estaba completamente llena de gente y había personas que estaban en la puerta escuchando la ceremonia y también vimos que había niños pequeños que intervenían.
Como estábamos cerca de la hora del almuerzo pensamos en visitar el cementerio ya que estaba cerca del lugar y, camino al mismo, vimos una pequeña capilla.
El cementerio de Wolbrom estaba rodeado de viviendas y el muro que lo protege es bastante bajo ya que las tumbas están colocadas a ras del suelo todas en horizontal y tenían bancos fijos, unos plegables y otros no, para poder sentarse a rezar y venerar a sus seres queridos.
El tiempo estaba desapacible y regresamos al hotel para almorzar y descansar hasta la tarde. Salimos a merendar y a comprar algo de comida a una pequeña tienda donde la dependienta no sabía apenas inglés por lo que tuvimos que utilizar el traductor del móvil. Fue muy amable y paciente. Las personas polacas son muy abiertas y hospitalarias. Cuando volvimos al hotel pudimos hablar con alumnas de Francia tanto en inglés como en francés y un poco en español. Todas eran muy simpáticas y agradables al igual que su profesor Ismael y su profesora Karin.
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