CEIP JOSÉ RODRÍGUEZ CRUZ

lunes, 11 de noviembre de 2024

CURSO SOSTENIBILIDAD MEDIOAMBIENTAL DÑA. ANAÍS PÉREZ: DÍA 5 EN SPLIT

Quinto día en Split. Las clases empiezan a las ocho de la mañana así que tuve que madrugar 
más que de costumbre. Nuestro profesor ha sido Dario Čaljkušić. Su clase ha sido muy divertida ya que nos ha enseñado técnicas para comenzar las clases e introducir al alumnado a las mismas con una serie de ejercicios que mejoran el funcionamiento de ambas partes del cerebro, de la atención y de la coordinación, todo ello junto con música muy animada como la de “yo quiero marcha, marcha”. Tras este comienzo en el que nos hemos reído muchísimo, empezamos a tratar qué es lo que hace fantástico a un buen docente. Terminamos la clase a las nueve y media de la mañana y tuvimos todo el resto del día libre. 

El resto del día estuve de excursión con un grupo de compañeros y compañeras. Salimos en ferry desde el puerto de Split hacia Supetar, una ciudad croata ubicada en la isla de Brač. Hacía mucha calor y el protector solar no podía faltar al igual que el resto de días de mi estancia en Croacia.



Visitamos lugares muy bonitos y con mucha historia como la iglesia de Supetar que está construida con piedra de la isla, el Ayuntamiento y sus alrededores.





Tuvimos tiempo para comprar comida, bebida y algún que otro recuerdo de los puestos cercanos que había ya que tras el almuerzo subimos a uno de los puntos más altos de la isla para poder ver desde arriba la playa de Bol o El Cuerno de Oro y es que tiene una curiosa forma emulando a un cuerno. Bajamos y nos llevaron a la playa de Bol donde pasamos el resto de la tarde hasta que llegó la hora de volver al puerto a esperar el barco para regresar a Split.



La experiencia en la playa ha sido una de las mejores en mi caso ya que me suelo quemar muy fácilmente. La playa era de piedra y no de arena como a la que suelo estar acostumbrada y, particularmente, no me gusta nada. Además, cerca del agua teníamos un bosque de pinos donde podíamos cobijarnos del sol y se podía disfrutar del descanso. No había gritos ni música y mucho menos se corría el peligro de que una pelota de alguien jugando te pudiera dar porque nadie estaba jugando por los alrededores. Había vestuarios muy bien diseñados entre los árboles para cambiarse y muy cerca unos baños muy limpios donde una amable señora te cobraba la entrada más o menos cara en función de si ibas a usar la ducha o no. De camino al puerto para coger el ferry de regreso a Split, fuimos visitando diferentes lugares del pueblo como la galería de arte de Branislav Deskovic o la pequeña iglesia de San Antonio.






Ha sido un día muy intenso y provechoso. Nada más llegar a Split fui al apartamento a cenar y a descansar para recuperar fuerzas para el día siguiente.

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