SMALL DIARY ABOUT MY STAY IN LUND. DAY1_ 18_5_2019

Abro hoy un nuevo capítulo de este pequeño diario de abordo con el que pretendo haceros partícipes una vez más de una nueva aventura Erasmus del CEIP José Rodríguez Cruz en el marco del proyecto E+KA101 “Breaking barriers, opening minds”, por la cual voy a tener la oportunidad de dar clases de Educación Física en el Instituto de Lenguas Maternas y en el colegio Killebäckskolan de Lund (Suecia) del 20 al 24 de mayo. Esta movilidad en forma de docencia, supone la segunda movilidad de nuestro proyecto este curso tras la realizada por Dña. Inmaculada Lorenzo en marzo en Islandia. El curso próximo curso daremos continuidad a este proyecto con dos nuevas movilidades en forma de curso y de docencia en Alemania y República Checa respectivamente.

Comienzo el día con la tranquilidad y la confianza que me otorga el saber que está todo preparado y bajo control; han sido meses de preparación y en permanente coordinación con mi socia en Suecia, Dña. Silvia Margarita Cordero, para que no quede ningún cabo suelto. He revisado a fondo todos los elementos a tener en cuenta, realizando el viaje de forma imaginaria, ida y vuelta, en numerosas ocasiones, pero aún así no puedo evitar sentir la incertidumbre de que algo se me pueda haber pasado por alto; espero que no.

3:00 am. suena el despertador. Viajo hasta Sevilla en coche, el avión sale a las 7:30 de la mañana rumbo a Copenhague. En la carretera ni un alma y en la radio alterno Kiss FM con la cadena SER y algún que otro bostezo. Da gusto circular por Sevilla a esas horas. En el aeropuerto, la empresa del parking me recoge el coche y me dirijo al mostrador de Ryanair para facturar. Llevo un maletón de mucho cuidado que, según la báscula del mostrador, excede los 20 kg. Aunque en Sevilla no hace frío, no me queda otra que abrigarme. A la segunda intentona logro pasar la báscula; respiro aliviado y acalorado!!

En el avión rumbo a Copenhague, ya con la tranquilidad de haber facturado y de haber pasado el control de seguridad, me relajo y pego unas cabezaditas. La segunda mitad del trayecto me entretengo observando el comportamiento de una pequeña danesa de apenas un año, rubia de ojos azules, que está sentada junto a sus padres en mi fila de asientos y escribiendo algunas notas para mi diario. Son las 10:45 h. el avión aterriza en la capital danesa con 25 minutos de adelanto sobre el horario previsto. Recojo la maleta y sigo al pie de la letra las indicaciones que me había enviado Silvia para coger el tren y llegar al hotel en Copenhague. Los servicios de transporte públicos en Dinamarca funcionan muy bien. De hecho, una de las cosas que más me ha sorprendido de la ciudad es que se ven muy pocos coches en comparación con cualquier ciudad española. Copenhague se ha propuesto para el 2025 ser una ciudad libre de emisiones de CO2. Para ello, apuestan por las energías renovables, el transporte público y el uso de las bicicletas. Cada día 35.000 personas cogen la bicicleta en esta ciudad. Me asombra ver aparcamientos con cientos de bicicletas.

Los hoteles en Copenhague son muy caros y nuestro presupuesto muy ajustado. Me alojo en el Hotel Jorgensen, un bed and breakfast con baño compartido muy bien situado en el centro de la ciudad y justo al lado de la estación de tren de Norreport. Aunque la habitación deja mucho que desear, por lo que cuesta la noche no se puede pedir más. Espero que en el hotel de Lund pueda disponer de al menos un pequeño escritorio donde poder sentarme a escribir. Me instalo, dejo la maleta, cojo la bandolera y salgo a patear la ciudad. Antes de ponerme en ruta, almuerzo algo en el mercado que está junto a la plaza del hotel; una albóndiga de pescado junto a una salsa típica con tropezones de fruta y vegetales junto a un trozo de pan con semillas componen el menú.

Me sorprende la calma de la ciudad, sin apenas tráfico de vehículos en determinadas zonas, la cual te invita a pasear y a conocerla. Me gustan sus calles adoquinadas, la arquitectura de sus edificios, sus mercados, sus canales, sus carriles para bicicletas y la manera en que disfrutan de sus espacios verdes. El día está soleado y la temperatura es muy agradable. A pie y en bus, me recorro el centro ciudad durante casi 5 horas, mirando, observando, escuchando y haciendo numerosas fotos y vídeos. Se observan muchos turistas de distintos países y culturas, se escuchan distintos idiomas, pero sin duda alguna, el idioma universal es el Inglés. 

Regreso al hotel, estoy cansado, pero no podía desaprovechar la ocasión de conocer esta preciosa ciudad. Me doy una ducha y me siento en el recibidor del hotel a escribir esta primera entrada de este nuevo capítulo de mi pequeño diario, hoy en Copenhague, pero mañana en Lund. Salgo a cenar algo. Mañana me traslado a Lund (Suecia) donde podré conocer personalmente a Silvia, mi socia sueca. Estoy contento; todo ha ido bien este primer día.

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Espero todo bien por el cole. Un abrazo para todos.

Erasmus en estado puro.

Diego