Fin
de la primera etapa de esta experiencia en Chipre, me despido de
Nicosia, cambio de aires rumbo a Limassol, la segunda ciudad más
grande del país y la que todos aquí envidian por su sol, sus playas
y su actividad.
Me
levanto sin las prisas habituales y más descansado, casi dos horas
más de sueño se notan. Preparo maletas antes de bajar a la
cafetería, ya casi todo listo a falta de algunos detalles. Hoy sí
desayuno con tranquilidad, no tengo prisa, mi autobús sale a las
12:00 h. Tengo tiempo para ultimar todo y comprar algunos souvenirs
para familia y amigos. Lo tenderos se afanan por atraer mi atención
en la calle provocando conversaciones para engancharme y hacer que
entre en su tienda.
Hace
mucho frío hoy también, menos mal que está soleado. Vuelvo al
hotel, cierro maletas y me despido en recepción. Hotel muy acogedor
y confortable en el que he estado muy agusto. Supercargado, me dirijo
a pie a la estación de autobuses, situada a menos de doscientos
metros del hotel. Apenas hago espera en el andén 6A, arranca el
autobús. Larga cola de viajeros, soy el último. Precio viaje a
Limassol 5€. Le digo al conductor si puede hacer parada en mi
hotel. “No problem”, ya te aviso, me dice. Durante la hora y
cuarto de trayecto observo el paisaje y con el sol pegando en la
ventana me entra una torta que no veas.
Limassol.
Llegada al hotel y registro en recepción. Subo a mi habitación,
tercera planta. Habitación muy amplia y luminosa con una pequeña
mesa para trabajar. Las vistas mucho mejores que en Nicosia, puedo
ver el Mediterráneo desde el balcón. Me instalo, ordeno mis cosas y
salgo a comer algo, no sin antes contemplar el mar desde un pequeño
espigón. La terraza del hotel tiene acceso directo a la playa,
preciosas vistas, mar en calma. Gatos privilegiados tomando el sol.
16:00
h. Bajo a recepción, he quedado con Christa para tomar café. No
saludamos afectuosamente y nos alegramos de vernos de nuevo. Le hago
entrega de un pequeño regalo que he traído desde España; sé que
le gustan los embutidos de la tierra, imposible no acertar. En el
coche esperan sus hijos y su madre, los cuales me saludan
cariñosamente.
Cruzamos
la ciudad por su arteria principal, todo me resulta familiar. No sé
dónde me lleva, pero intuyo que vamos a la Marina, precioso lugar
lleno de tiendas, bares, cafeterías y restaurantes; es sábado tarde
y hay mucha gente. Efectivamente, hacemos parada en el puerto viejo
donde solían atracar lo pescadores con sus pequeñas embarcaciones,
ahora casi todas son de recreo. Subimos a la segunda planta de una
cafetería, las vistas al mar son aún mejores. Comienza a atardecer
y la luz del sol se refleja sobre los barcos. En el cielo nubes y un
dron. Durante el café y el dulce charlamos sobre nuestras familias,
nuestros colegios y compañeros y, como no, sobre nuestros proyectos
europeos. Christa coordina estos programas en su colegio. Estupendo
rato en muy grata compañía, gracias Christa por tu familiar
recibimiento.
De
vuelta al hotel, me pongo cómodo y me siento escribir. Finalizo post
del día de ayer para mi diario, lo subo al blog y lo comparto con
familia, alumnos, padres, compañeros, amigos y medios de
comunicación. Hablo con la familia, les echo de menos. Ya queda
menos para vernos. Mañana más.
Erasmus
en estado puro.
Espero
todo bien por el cole. Un abrazo desde Limassol.
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