Amanece en Essen. Día fresquito pero soleado; evito la sombra de camino al Instituto, los rayos de sol se agradecen. Observo la disposición de las casas, su arquitectura, los jardines y los bonitos tulipanes de colores que florecen en alguno de ellos. Hoy también me espera un día completo con clases toda la mañana con profesores con los que no he tenido trato aún. A decir verdad, he coincido con ellos en varias ocasiones en la sala de profesores, pero aun a sabiendas de que voy a estar en su clase y voy a enseñar a sus alumnos, ninguno se ha dirigido a mí para entablar conversación. En fin... sin comentarios.
8:00 h. Primera sesión con Mr. C, profesor joven de 37 años, casi dos metros de altura y muy agradable en el trato, que me saluda afectuosamente antes de comenzar la sesión y me facilita los materiales necesarios para su desarrollo. Grupo de grado 6b muy numeroso de 30 alumnos como todos aquí. Mr. C dispone a los chicos sentados en círculo para iniciar la sesión y establece una especie de contraseña con la mano en alto para captar su atención muy similar a la mía. Los alumnos le saludan y le dan los buenos días entonando una breve cancioncilla, cosa que es costumbre aquí. Tras las presentaciones, tomo los mandos de la clase estableciendo reglas, espacio a utilizar y contraseña. El calentamiento con juegos de activación, logra romper el hielo y despertar la expectación de los chavales. Mr. C se involucra en la sesión, participa activamente en los juegos y se preocupa por mantener el orden. Tras beber agua, les propongo una dinámica de iniciación deportiva con distintas variantes a través del juego de "la fortaleza" que les mantiene totalmente enganchados y motivados durante toda la sesión. Terminamos con recuento de puntos, entrega de medallas imaginarias y aplauso final. Me despido de los chicos y del profesor agradeciéndoles su actitud y la oportunidad brindada.
Primer descanso de la jornada. El quiosco de Rafael tiene un éxito tremendo, todos los días hay una gran cola de chicos esperando a comprar su almuerzo. Subo a la sala de profesores, tomo algunas notas en mi cuaderno y entablo una breve conversación con Sandra, la coordinadora de proyectos europeos a la que no he visto durante todo este tiempo; al parecer ha estado realizando un periodo de observación en Noruega.
9:50. Segunda sesión de la jornada con los alumnos de grado 5a de la profesora Mrs. O. Ya en el calentamiento noto que los alumnos, aun habiendo delimitado el espacio, tienen cierta dificultad en cuanto a la percepción espacial y se salen constantemente; tengo que parar varias veces hasta que por fin consigo que no abandonen el espacio delimitado. Constato que se cansan con facilidad sin haber realizado un gran esfuerzo y piden repetidamente ir a beber agua; tengo la impresión que se mueven poco en clase de EF y que quizá su actividad se centre más en actividades más analíticas y específicas. A pesar de ello, logro mantenerlos enganchados empleándome a fondo para que su atención no se disperse, desarrollando la clase con normalidad. Los alumnos disfrutan mucho de las actividades propuestas. Terminamos con un pequeño juego de vuelta a la calma y me despido de ellos hasta siempre.
Segundo descanso de la jornada. La cantina tiene ahora menos gente, lo que aprovecho para comprar un par de bocadillos en el quiosco del paisano cordobés, el cual me atiende muy amablemente. Subo a la sala de profesores, tomo notas en el cuaderno y pico algo. Siento repetirme, pero no me deja de sorprender que durante mi estancia en la sala de profesores, ni siquiera profesores con los que he compartido clases a lo largo de la semana me muestren un mínimo de interés o intenten mantener una pequeña conversación conmigo. Entiendo que esa frialdad y distancia en el trato obedece a una cuestión cultural, pero para ser sincero, me descoloca enormemente. Para muestra, un botón; tan solo cinco minutos antes de terminar el recreo, el profesor con el que tengo clase en la siguiente hora y con el que he compartido el tiempo de descanso en la sala de profesores, se dirige a mí para presentarse, cosa que no puedo entender.
11:45 Última sesión de la jornada con Mr. P y grupo de 32 alumnos de grado 5d. Acuerdo con el profesor que sea yo el que desarrolle el calentamiento y él el resto de la sesión. El calentamiento va sobre ruedas y los chicos disfrutan un montón, por lo que prolongo mi intervención con un par de juegos más. El resto de la clase, mi colega alemán les propone unos juegos de iniciación al baloncesto que me resultan interesantes y cuyas reglas apunto en mi liberta para llevármelos a España. Mañana tengo una nueva clase con este mismo grupo.
Termino mi jornada laboral en Essen y empiezo mi jornada cultural. Nada más terminar y sin apenas tiempo para comer, cojo el tren para ir al centro a visitar el museo Folkwang; museo vanguardista y ecléctico que reúne obra de diferentes épocas y estilos y que se encuentra a apenas media hora andando desde la estación central. En el camino, me acompañan grandes rascacielos y edificios empresariales de estilo Bauhaus asociado al esplendor empresarial y a la sobriedad alemana. En el museo, para mi sorpresa, entablo conversación con Antonio, uno de los responsables de sala, paisano gaditano de Algeciras que llegó a Alemania con 7 años pero que aún conserva el acento gaditano. El museo está prácticamente vacío y el hombre tiene gana de conversación. Siempre es grato coincidir con alguien de tu país en el extranjero. Tras un rato de charla me despido de él con un apretón de manos y mis mejores deseos.
18:00 h. Entrenamiento de voleibol. Ya de vuelta al barrio, me dirijo al al gimnasio del edificio principal del Instituto donde entrena el equipo de voleibol de Mr. W. Nada más entrar me sorprende la altura de los chavales de entre 16 y 19 años; la mayoría de ellos cercanos al 1,90 m. Una hora de entreno me basta para comprobar sus excelentes capacidades físicas y su calidad técnica. Equipo de gran nivel que en las próximas semanas disputará el campeonato nacional de Alemania. Mr. W quiere ser prudente; me dice que su objetivo es llegar a cuartos de final, pero tengo la impresión que pueden aspirar a más.
Cierro aquí la crónica de este día intenso como todos aquí en Alemania. Creo que esta semana me estoy ganando bien el jornal. Estoy convencido que los colegas alemanes me echarán de menos la semana próxima. Esto llega a su fin; ya hay ganas. Mañana, vuelta a casa.
No olvides dejar tu comentario en el blog. Erasmus en estado puro!
Espero todo bien por el cole.
Un abrazo.
Diego
Así es maestro, esa distancia que marcan es como bien dices cultura alemana, nosotros que somos mediterráneos echamos mucho en falta ese acercamiento, y cuando nos comentas que te encuentras con alguien de tu país con el que compartir una charla, se agradece muchísimo. En tus relatos, tanto en el de hoy como en los anteriores, doy buena cuenta que siempre te vas bien formado con respecto al país al que marchas, lo cual dice mucho de ti, aunque también es cierto que a los que te conocemos no nos cae de sorpresa. Eres Diego en estado puro! Disfruta de tu último día en Essen!!!
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